La
situación económica de los países periféricos de Europa es sin duda peor que la
de aquellos del centro y del norte del continente. Se ha tratado de dar una
explicación coherente a esta realidad desde distintos puntos de vista. En esta
ocasión se nos plantea la teoría de que esta situación puede darse por lo que
Molinas califica como gen católico de la
deuda. Gen católico de la deuda en el sentido de que se trata de justificar
en la gran caída de natalidad durante los últimos años la situación económica actual.
El sector católico, actualmente, propone métodos como la prohibición de los
métodos anticonceptivos para tratar de reactivar la tasa de natalidad, y, de
esta forma, conseguir solucionar los efectos que éste habría provocado y que
ahora sufrimos.
Reforma protestante y sus efectos en la economía
europea
A
medida que avanzaba el proyecto de una Unión Europea, del cual ya podemos
encontrar los primeros indicios en el siglo XIX, estaba claro que la zona
monetaria que se planteaba no era la más óptima para llevar a cabo un proyecto
de tal calibre, en el sentido de ser tan integrista como se planteaba en un
principio. Según Molinas, aquí cobra importancia el papel de Martín Lutero.
Ahora
parece que nos encontramos en un camino sin salida. El euro, tal y como se
plantea en la actualidad, parece un invento
insostenible. A su vez, tampoco parece viable una eventual
salida/destrucción de esta moneda, por las graves consecuencias que tendrían
lugar. La solución, entonces, consiste en modificar el concepto actual del
euro. Se ha de modificar, en un proyecto a largo plazo, planeado, el cual
podría tardar en llevarse a cabo más de dos generaciones, pero que, sin duda,
se ha de llevar a cabo.
El discurso de César Molinas
A
continuación se plantean las ideas principales del discurso ofrecido por César
Molinas, entendidas desde mi punto de vista.
Comenzamos
por analizar la sociedad en la que se encuentra el problema. Se trata de la
sociedad occidental, aquella basada en la individualidad, debido en gran parte al
gran peso que ha tenido a lo largo de su historia la Iglesia. Esta sociedad dio
un paso importante en el siglo XVI. Aquí es donde cobra importancia la figura
de Martín Lutero. Se descubre, a lo largo de este siglo, que la Iglesia no es
necesaria para hablar con Dios. Lutero plantea lo siguiente: que la Biblia
habla con todos nosotros y que con la interpretación que hagamos podemos llegar
a entender el mensaje que Dios quiere hacernos llegar.
Parece
poca cosa, a simple vista, pero la realidad es bien distinta. Hay un elemento
clave en todo esto. La gente necesitaba saber leer para poder entender el
mensaje de Dios y poder comunicarse con él. En los Estados protestantes, a
medida que pasaban los años, la tasa de analfabetismo iba descendiendo de forma
muy marcada. Además, para entender el mensaje de Dios, los creyentes también
debían hacer uso de la razón, debían ser capaces de llegar a entender por ellos
mismos lo que Dios quería decirles.
Todo
esto tenía lugar en los Estados donde predominaba el protestantismo. En los
países de tradición católica, en cambio, no tuvo lugar este proceso. Esto dio
lugar a una gran diferenciación entre Estados con distinta tradición religiosa,
ya que aquellos donde predominaba el protestantismo contaban con una capitalización
humana mucho más elevada, es decir, contaban con un factor clave para aumentar
la productividad respecto a aquellos Estados de tradición católica. Esto,
sumado a la evolución que tuvo lugar con la Ilustración, de nuevo, en los
Estados de mayoría protestante, hizo aun más profunda la brecha entre unos y
otros. Parece evidente que los países que ahora calificamos como periféricos
(Italia, Grecia, Portugal y España) quedaron al margen, o al menos, no llegaron
con tanta intensidad estos dos procesos de culturización, esenciales en el
desarrollo de nuestro continente, así como de la humanidad.
Avanzamos
en el tiempo y llegamos al momento (en
realidad es un proceso) en el que los países de la Eurozona llegan a la
conclusión de que aquello que se había iniciado con la CECA debía evolucionar y
se debería conseguir la creación de un bloque económico. En primer lugar, había
un hecho muy importante, que, o no se tuvo en cuenta, o se obvió, o se creyó
que se podría solucionar: las grandes diferencias entre los países que
llegarían a formar Europa tal y como la conocemos ahora. Estas diferencias, no
sólo culturales, que quedaban casi zanjadas por el hecho de que no es una unión
solo económica, sino que también cultural puede que hagan de nuestra actual
Unión Europea un proyecto fallido. Con la Unión zanjaban los conflictos y
diferencias entre los países de la Eurozona, con lo cual desde el punto de
vista de la paz en el continente fue un gran paso (teniendo en cuenta todas las
guerras entre pueblos europeos que habían tenido lugar con anterioridad), pero
¿es un paso dado en la dirección correcta? Desde el punto de vista económico,
lo más lógico es decir que no. Antes de formar esta Unión ya muchos economistas
se aventuraban a hacer sus predicciones sobre la UE y muchos de ellos eran
escépticos. Quizá lo más lógico hubiera sido hacer caso de esas teorías, pero
en Europa se decidió seguir la dirección del integrismo, nos aventuramos a un
peligroso proceso el cual todavía está teniendo lugar.
El
gran problema que la mayoría de economistas preveía es que al incluir países
con niveles de productividad tan diferentes, se crearían problemas de gran
calibre. Se elimina la capacidad de devaluar la moneda, como podían hacer antes
los países con dificultades económicas para volver a ser atractivos a las
inversiones y por tanto más competitivos, herramienta esencial en la economía
tal y como se entendía hasta el momento.
Sumado
a este problema, ya de por sí bastante importante, se suma el hecho de que
estamos sumergidos en un proceso de globalización, que no es un problema en sí,
pero hemos de reconocer que nos ha cogido desprevenidos y despistados. Contamos
con flujos de información que nos avasallan cada día y que pueden desconcertar
a cualquiera.
Como
consecuencia, ahora ya no podemos devaluar la moneda, como hacíamos en el
pasado, sino que hemos de devaluar la economía real, un proceso mucho más duro
y con muchas consecuencias sociales nada agradables. Además, no contamos con
ningún tipo de precedente del cual podamos aprender. No contamos con soluciones
razonables, para solucionar una crisis de deuda como la que estamos sufriendo
en la actualidad. Solo podemos hablar de crisis como la del 1929, la cual se solucionó
años más tarde, en parte por la II GM. El problema, es decir, el desafío que
tenemos delante nuestro es encontrar una solución pacífica a este problema, y
por ahora esto no parece nada fácil.
Sumado
a este problema, también encontramos en España la creación de una burbuja
inmobiliaria, cuyo estallido ha sido muy perjudicial para nuestra economía. Por
si ya fuera poco, tenemos que en nuestro país todavía no se ha hecho una
reforma del empleo a consciencia. Hace falta una reforma de la economía, buscar
un sector rentable en el que fijarnos y emplearnos, y dejar de lado la
construcción, que ya hemos visto más de una vez que solo va a traernos
problemas, ya que está más que demostrado que aquí no se sabe gestionar
correctamente.
Según
César Molinas, yo interpreto que no podemos tocar fondo, no vamos a llegar a
tocar fondo, ya que no es posible en esta economía, pero también va a ser muy
difícil, si no imposible, recuperar el crecimiento económico.
Las
exportaciones están creciendo en nuestro país, eso es un hecho. Muchas personas
creen que esto es una señal de recuperación económica. El dato es positivo,
pero en ningún caso se ha de tener como un referente para determinar si un país
esta yendo en la dirección correcta. Lo que si sabemos seguro es que se han de
tomar muchas medidas duras y hacer muchos ajustes que todavía no se han llevado
a cabo. Además, se ha de estimular la demanda interna de países desarrollados,
lo cual países en esa situación (Alemania, por ejemplo) no están dispuestos a
hacer, aunque tampoco quieren que el euro se fracture, ya que no está en sus
intereses que eso suceda. Lo que no quieren es, sobretodo, transferencias
permanentes con el sur de Europa.
Conclusiones finales
Ante
todo esto, y en especial, en relación con la primera sección del discurso, la dirección a seguir, parece que es la mejora del capital humano. Terminar con esa
distancia que hay entre los Estados del norte y los del sur o periféricos. Para eso hace falta
mejorar la educación, mejorar las generaciones futuras, pero es un proceso costoso, largo, y que no va a dar resultados a corto plazo, por lo que no está en
los intereses de los políticos llevarlo a cabo, lo cual es un gran problema.
Después
de haber atendido a esta conferencia, me surgieron unas preguntas, planteadas a continuación a modo de reflexión sobre el tema:
- ¿Qué otros factores, además del
religioso, han afectado a las diferencias entre el norte y el sur?
- ¿Qué hay sobre las migraciones? ¿No han
afectado a la difusión en otras zonas de las prácticas Protestantes?